No vamos a jugar a las mentiras ocultando realidades. Esta cuarentena revolvió al mundo. Y esto no ha sido fácil. Hasta hace unos meses, vivíamos en un mundo acelerado lleno de metas y objetivos, dónde uno no tenia a veces tiempo ni de descansar. Un mundo sin pausa, a toda prisa. El Corona Virus le puso un paro.
Este virus llegó a demostrarnos lo vulnerables que somos y que quién realmente tiene el control de lo que sucede es Dios o el Universo como quieras llamarlo. Hasta las autoridades y potencias del mundo tienen más control ahora mismo que uno sobre esta situación y sobre todo sobre nuestras vidas.
Nos mostró que en el mundo que vivíamos el control era realmente una ilusión óptica de esa vida que pensábamos habíamos creado. Esta vez no fue la muerte directamente que nos arrebató eso que decíamos de “aprovecha el momento”. Fue un virus que cambió al mundo. Que nos cambió a todos.
Perdimos la libertad de decidir tantas cosas, dónde salir, dónde comprar, dónde comer, pero sobre todo nos quitaron la libertad de abrazar y compartir con esos seres a quién amamos tener en nuestras vidas.
Un día sentimos rabia, otro dolor, otra esperanza, otro miedo, otro día dicha de estar vivos, otro nos embaucamos en mil cosas para que la mente esté ocupada. Hay días que hemos aprendido nuevas aptitudes, otros no hemos podido ni quitarnos la piyama. Y todo esto está bien, porque cada quién lleva este proceso como mejor pueda, como más sano mentalmente pueda sentirse.
Pero dentro de todo esto, la verdad es que me siento agradecida de muchas cosas y en estas trato de enfocarme en esos días que de verdad se me hace difícil mantener una actitud positiva y necesito repetirme que todo estará bien.
Se nos ha regalado tiempo, sí TIEMPO. Esto que tanto anhelábamos. ¡En mi caso, puedo pasarlo con mis hijas! Finalmente, luego de tantos años añorado poder haber pasado más tiempo de licencia de maternidad con ellas, se me ha dado. Veinticuatro horas al día con ellas como en sus primeros meses de vida.
Me pasé años en uno de mis empleos tratando de lograr que se pudiera trabajar desde casa o con horario más flexibles, para que las madres pudiéramos pasar más tiempo con nuestros pequeños. Hoy la vida nos lo ha regalado. De cierta forma me siento que mi pedido finalmente fue escuchado.
Ahora puedo cocinar con ellas sin pensar que llegaré tarde a una reunión o que tienen que ir a una de sus clases de tarde. Estamos viviendo sin prisas, un sueño hecho realidad. Teniendo una hija preadolescente me siento feliz, sin ser egoísta, de que no la tengo que compartir con sus amigas, porque sí ya está en esta etapa.
Vemos fotos viejas, sí de las que había que revelar para poder verlas y hasta los negativos y diapositivas los conocieron. He podido introducirlas a películas que veía en mi niñez y que fueron parte importante de mi vida. No que esto no lo hubiera hecho sin estar en cuarentena, pero esto me impulsó a ser más creativa a cómo invertir el tiempo de formas más provechosas, digamos que prematuramente beneficioso.
Esto no quiere decir que no pierda la paciencia y que a veces necesito espacio para oír mis propios pensamientos. Pero todo esto sé que lo tendré eventualmente. Este tiempo que se nos ha dado sin pedirlo de esta manera es algo de los que estaré eternamente agradecida.
Estoy agradecida de que estamos viviendo este reto, este cambio, juntas. Que saldremos fortalecidas juntas. Creciendo, aprendiendo, aportando cada una a la vida de la otra.
Y en esos días malos en los que nada de lo que haga para dejar de sentirme presa en mi propia existencia logre funcionar, me recordaré de eso… estoy viendo a mis hijas crecer, estoy compartiendo con ellas, estoy llenado su vida de muchos recuerdos, que tal vez no hubiera podido tener la oportunidad de hacer.
¿Y tú por que estás agradecido de esta cuarentena?