No sé si a ustedes le pasa como a mi. Pero desde que soy mamá (esto incluye esposa, ejecutiva, amiga, los mil y un roles que desempeñamos) se me hace difícil darme permiso para hacer las cosas que disfruto. Tanto así que cuando me toca tomar la decisión se me hace incluso complicado distinguir realmente qué deseo en el momento.
Es cierto que lo leemos, que lo hemos escuchado un millón de veces, que lo “sabemos” eso de que es necesario sacar este tiempo para cuidarnos y mimarnos a nosotras mismas. Pero cuando tenemos tantas obligaciones como las de hoy en día y cuando el mundo va a una velocidad tan alta, ese “pampering” se va posponiendo y pasando a un segundo plano. No siempre somos prioridad en nuestras vidas.
Entiendo que puede ser un tema cultural, un tema de creencias, donde las mujeres y las madres siempre hemos sido “vistas” como las sacrificadas, es como parte intrínseca del rol, viene incluido en el paquete. La verdad es que las madres somos abnegadas, y que en situaciones importantes y urgentes sabemos que nuestros hijos, seres queridos, o trabajo ameritan estar en primer lugar. Por eso mismo debemos tener cuidado de no en todas las ocasiones ponernos al final de la lista. Si no estamos sanas física y emocionalmente no podremos ofrecer lo mejor a los demás, sobre todo a quienes más nos necesitan.
Les hablo de esto porque es algo que a mi me cuesta y que estoy aprendiendo a hacer, y se me hace muy, muy difícil. Manejo sentimientos de culpa, sentimientos de obligación con los demás, y deseo de verdad que llegue el momento que no sea así, o que por lo menos no sea tan traumático el proceso de tomar la decisión de permitirme hacer algo que disfruto y que no esté aportando nada, ni logrando nada, simplemente me esté dando cariño y tiempo a mi misma. El placer y la satisfacción de no hacer nada.
Si alguien más se identifica aquí les dejo algunas de las cosas que me cuestan darme el permiso de hacer, pero que disfruto tanto y me recargan tanto de energía. Lo que más me motiva a aprender a hacer esto es como siempre les digo, dejarles el legado a mis hijas. Que ellas puedan lograr hacerlo de una forma que fluya más, que no les cause ruido. Que cuando me recuerden en su adultez, puedan decir: Ah! Eso era lo que mami hacía cuando disfrutaba una película o cuando salía con sus amigas a cenar o cuando iba a visitar a una amiga, cuando se sentaba en su escritorio a escribir. En fin, aquí va la lista, espero les sirva. Siéntanse en libertad de agregar sus favoritas también si no las encuentran ahí:
- Comer algo que me encante sin remordimientos
- Dormir una siesta
- Cancelar un compromiso y quedarme en casa para ver una película vieja que ame
- Pedir un día libre en el trabajo porque en verdad lo necesito
- Pasarme un domingo en PJ (este si que me cuesta LOL)
- Darme un masaje
- Hacerme un facial
- Ir a un spa
- Hacer un viaje con amigas (este es uno que aún no he logrado, pero está en mis metas)
El mejor medidor del resultado de dedicarse tiempo a uno mismo es el estado de ánimo al otro día. Yo por ejemplo, anoche cancelé un compromiso no vital, me regalé una sabrosa pizza (me comí tres ricos pedazos), dos copas de vino y una hermosa película romántica, luego me fui a dormir. Hoy estoy de excelente ánimo, con menos carga, más positiva y enérgica. En resumen, más feliz. Así que si ya sabemos el resultado, pues invirtamos ese tiempo valioso en lo más importante que tenemos: Nosotras mismas!